Son muchos los problemas y conflictos que afectan a las parejas. La convivencia es un arte complejo y en la vida de todos los días se suelen generar malos entendidos, malestar y disconformidades que van desgastando la relación.

Sabemos que con el amor no basta y que una relación de pareja necesita mucho más que el mero sentimiento para funcionar en el largo plazo.  Es necesario llegar a acuerdos y establecer una profunda comunicación para superar los conflictos que suelen ir apareciendo en el trato diario.

Muchos de esos conflictos tienen que ver con un choque de personalidades, otros con la visión del mundo diferente o los valores que tiene cada uno, otros con los roles que cada quien asumió en la pareja, otros con la forma en que cada uno lidia con el estrés y los problemas diarios, muchos con temas emocionales y sentimentales. Y así la lista podría seguir.

La cuestión es cómo manejar todas estas diferencias y hacer que la relación funcione y crezca.

Lo que se suele hacer ante las diferencias y ante lo que no funciona es quejarse. Los miembros de la pareja se quejan uno del otro. Se quejan entre ellos, o se quejan del otro con sus amigos y familiares. Es decir, están inconformes con lo que reciben.

Toda queja es un intento de hacer que la relación funcione y mejore. Pero es un intento que fracasa. Y en general empeora la situación.  Quejarse no sirve. Lo que sirve es entender dónde está el problema y buscar soluciones.

Las quejas más comunes de las parejas son: sentirse vigilado y controlado en las acciones diarias, sentirse rechazado, sentirse descuidado, no sentirse apreciado.

• Sentirse vigilado y controlado en las acciones diarias: esto ocurre cuando uno de los dos no confía en el modo en el que el otro hace las cosas. Por lo tanto o no delega o si delega no se queda tranquilo y supervisa todo lo que debería hacer el otro. Puede ocurrir tanto en las tareas domésticas como limpiar, cocinar, hacer las compras, o sobre temas como administrar el dinero y educar a los hijos.

Uno de los miembros de la pareja funciona como si el otro fuera un inútil al que no se le puede confiar nada. Es decir, lo trata como si fuera un niño que necesita ser controlado, pues sino hará todo mal.

¿Solución? Aprender a delegar, a confiar y poder aceptar que el otro tiene su modo de hacer las cosas y tiene derecho a hacerlas a su modo, sin que eso signifique ser criticado y entrar en un conflicto.

• Sentirse rechazado: eso suele ocurrir cuando hay falta de comunicación y de intimidad. La pareja no encuentra el modo de acercarse entre sí. Normalmente uno adquiere el rol de acercarse y el otro de rechazar. Pero estos roles pueden intercambiarse. Puede ocurrir que algunos días se acerque uno y el otro rechace o viceversa.

Por supuesto esto afecta especialmente a la vida sexual de la pareja. Va poniendo un muro entre ambos que los aleja cada vez más. Se trata de un problema de entendimiento y también de encontrar los tiempos adecuados para acercarse. Las presiones diarias, el cansancio, el estrés, el aburrimiento, la falta de comunicación, suelen ser los causantes de este problema.

¿Solución? Acordar y buscar momentos de intimidad para conversar, para acercarse, para el erotismo y la sexualidad. Encontrar y proponer momentos en los que los dos estén dispuestos y relajados para generar un encuentro de intimidad.

•Sentirse descuidado: acá entramos en el mundo de los detalles. Sentirse rechazado puede combinarse fácilmente con el sentimiento de sentirse descuidado. Conductas como mostrar falta de interés por lo que el otro hace,  falta de tiempo para la pareja, olvidos, no prestar atención a los detalles, olvidar fechas importantes para ambos, son algunos de los ingredientes que hacen que el otro se sienta descuidado.

La vida en común está hecha de una infinidad de detalles, desde prepararle algo especial para el desayuno, decirle palabras bonitas, saber cuál es su perfume o su color preferido, hasta recordar fechas importantes para el otro. Son esos detalles los que hacen que el otro se sienta cuidado y tenido en cuenta.

¿Solución? No dejar que el bosque impida ver el árbol. Volver a lo mínimo. A los momentos del día a día que hacen la diferencia.

• No sentirse valorado: esto se da cuando uno de los miembros no valora las acciones del otro. Las da por sentado, supone que así deben ser y no hay por qué agradecerlas ni valorarlos. Le parecen naturales y deja de apreciar todo el esfuerzo y dedicación que el otro pone para que la vida de ambos sea mejor. La costumbre, la rutina, el estar demasiado abrumado por cuestiones de la vida es lo que hace que de deje de ver lo maravilloso y genial del otro. La persona que hemos elegido sigue estando allí, dándonos su amor y su dedicación a su modo y seguramente sigue dando motivos para estar orgulloso de ella.

¿Solución? Abrir los ojos y el corazón. Ver y apreciar lo que el otro hace. Desde las acciones cotidianas hasta los grandes desempeños deberían ser valorados. 

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