Utilizar las flores para decorar la mesa es una opción en cualquier época del año, pero hay que evitar pequeños detalles que perturben un excelente menú.

Una mesa con flores alegra comidas y cenas, no son exclusivas de un momento determinado y siempre ganan, pero hay que tener en cuenta algunos trucos para que, ni su olor ni su tamaño, se interpongan entre el menú y los comensales.

Una sencilla ensalada o una vajilla sin aderezos puede verse sublimada con el sencillo toque de color que dan las flores. La mesa es ese lugar privilegiado en el que no hace falta tener invitados para que un toque floral nos alegre la vista, incluso de una sencilla ensalada.

“Decorar con flores para una comida con amigas no lo mismo que la decoración que prepararía para un encuentro con los padres de su marido”, explican para señalar las diferencias Juan Fernández del Álamo y Javier Durán, de Llorens&Durán.

PARA IMPRESIONAR
Si en una cena quieres impresionar lo ideal es “dar un golpe de color con flores grandes, incluso en la mesa, porque el tallo es elevado y te puedes ver”, advierten estos especialistas que llevan cuatro años intentando que las flores formen parte de la decoración de cualquier espacio.

“Nuestro objetivo es introducir el bienestar que produce la naturaleza en tu espacio de vida, bien sea en tu oficina o en casa”, explica Juan Fernández, “porque la flor cierra el círculo a la decoración y ofrece una estancia menos estática”, agrega el especialista.

Expertos en la decoración de bodas y todo tipo de eventos son conscientes de que no se decora de la misma manera para un almuerzo que para una cena. 

“Tenemos en cuenta los colores y las texturas, porque durante el día la luz ya la pone el sol, y durante la noche se decora con velas”, añade Durán, quien considera que “cada flor tiene su sitio”.

Detallan que lo que les gusta es coordinar todo el conjunto: vajilla, mantelería, flores e incluso menú, para que los colores vayan en sintonía y no haya distorsión posible.

FLORES SIN DEMASIADO OLOR
Aconsejan no poner flores “con demasiado olor en la mesa, tan solo un pequeño toque, porque el olor se mezcla con el sabor e interfiere con los alimentos”, asegura Durán.

Cuidan el detalle al máximo y el recipiente donde colocar las flores es uno de ellos. “Compramos jarrones chinos antiguos, cristal soplado en Bélgica, cestas de mimbre”.

Sus viajes les proveen de piezas maravillosas rescatadas de mercadillos. “No tenemos 10 iguales”, detalla Fernández del Álamo.

“Cada hogar es la extensión de la familia que vive en él y, por eso, la decoración floral no es idéntica para cada casa”, indican.

De ahí que les guste decir que preparan “flores a medida”, a pesar de que no consideran que tener flores sea sinónimo de “casa perfecta”. 

ESTILO PROPIO
Su estilo es la ausencia de estilo. “Ni preferimos el inglés más silvestre, ni el francés más ordenado, u otros, es una manera de no imponernos a la opinión del cliente. Es su criterio el que debe prevalecer en la decoración”, indican.

Sin embargo, reconocen que les encanta el “verde”, su apuesta para esta temporada con ramas con líquenes y “poca flor”. 

Huyen de las de las tendencias, “somos más de propuestas, de un estilo propio con elementos reconocibles por sí mismos”.

CERRANDO EL CÍRCULO
También apuestan por la calidad con flores de temporada para, de esa manera,  poder seleccionar las mejores, y por los verdes más sencillos, como los alpinos, hasta los más sofisticados, como el haya o el castaño.

Entre sus variadas propuestas destacan los muros verticales liofilizados para decorar “como un cuadro”, al que además se une otro aspecto positivo “no lo tienes que regar, aunque ofrece un estilo menos estático a una estancia”.

Y terminan diciendo que “la flor cierra el círculo de la decoración”.