El médico me ha dicho que me van a realizar una endoscopia digestiva. ¿En qué consiste? ¿Qué me pueden diagnosticar? ¿Cómo es el procedimiento? La doctora Maite Herráiz, presidenta de la Sociedad Española de Endoscopia Digestiva (SEED),  explica las características, detalles y resultados para conocer mejor esta prueba médica.

No hay una edad determinada en la que resulta más frecuente realizar una endoscopia digestiva; niños y adultos no están exentos de estas patologías. Cuando se tiene dolor abdominal o enfermedad celíaca, es necesario hacer una endoscopia, así como cuando se sospecha la existencia de un pólipo, que son lesiones benignas que potencialmente pueden llegar a ser malignas y acabar en un cáncer. 

La endoscopia sirve para explorar el tubo digestivo por dentro. Se trata de un procedimiento poco invasivo que puede evitarle al paciente el paso por el quirófano. Para evitar molestias o dolor se seda al paciente con analgésicos o hipnóticos vía intravenosa.

DOS TIPOS 
Existen dos tipos: la endoscopia digestiva superior o gastroscopia, que explora el esófago, el estómago y el duodeno; y la endoscopia digestiva baja o colonoscopia, que explora el intestino grueso o colon. 

La longitud del tubo que se introduce puede variar: de 120 a 130 centímetros si es para una gastroscopia y de 150 a 180 centímetros si se trata de una colonoscopia. La gastroscopia.  Es necesaria hacerla cuando hay problemas de dolor abdominal, reflujo o enfermedad celíaca. 

“Lo más habitual es diagnosticar úlceras en el estómago, enfermedad por reflujo, enfermedad celíaca y, en ocasiones, el origen de hemorragias digestivas. También pueden ser diagnosticados tumores de esófago y estómago”, apunta la doctora Herráiz.

El procedimiento es sencillo: el paciente tiene que ir en ayunas. Para realizar la gastroscopia se introduce por la boca del paciente un endoscopio, que consiste en un tubo con una cámara en un extremo que permite ver el esófago, el estómago y el duodeno con gran resolución. 

No solo permite tener una visión nítida del interior: se pueden tomar biopsias, que luego se analizan, o realizar otro tipo de procedimientos. Puede resultar algo molesta, pero no hay que preocuparse porque habitualmente se seda al paciente y solo dura unos 10 ó 15 minutos.

La colonoscopia. Es algo más compleja que la gastroscopia ya que el paciente ha de ir con una limpieza intestinal realizada, puesto que en condiciones normales el intestino está sucio. Esto se consigue mediante unos fármacos que provocan diarrea aguda, que limpia el intestino y el tubo. Se introduce a través del canal anal. 

“La gastroscopia es molesta y se seda al paciente, pero la colonoscopia puede ser dolorosa. Se recomienda hacerla también con sedación porque mejora mucho la tolerancia del paciente y, por tanto, es más sencillo que este acceda a hacerse estas exploraciones que son muy útiles para el diagnóstico de la patología digestiva”, explica la especialista. 

Y añade: “El dolor de la colonoscopia se debe a que el colon está habitualmente plegado. Hay que insuflar aire para distender sus paredes y esto es lo que lo provoca”.

La colonoscopia puede durar en torno a 30 ó 40 minutos y es frecuente que se alargue más cuando hay que eliminar un pólipo. “A partir de los 50 años se realizan colonoscopias para prevenir el cáncer de colon”, agrega la doctora.

¿QUÍEN DIJO MIEDO?
La gente suele temer este tipo de pruebas, y por ello Herráiz aconseja dedicar tiempo para explicar bien al paciente en qué consisten. Es necesario conocer que la técnica ha avanzado mucho y que los tubos cada vez son más finos y flexibles. 

Estos tubos son complejos. En su interior tiene aparatología electrónica como la óptica para ver, la fuente de luz, material electrónico… también tienen dentro un canal de trabajo, a través del cual pueden introducir bisturís o catéteres. 

¿Qué sucede si se encuentra un pólipo? “Se introduce un asa de polipectomía, ese asa enlaza el pólipo, permite estrangularlo, y cortarlo con el bisturí para quitarlo”, señala esta especialista. 

Cuando se realiza una endoscopia puede haber efectos colaterales. Es más sencillo que se den en procedimientos en los cuales se pueden tomar biopsias, quitar pólipos o hacer una dilatación, que cuando su fin es solo la observación. En este caso hay menos probabilidades que de que el paciente sufra complicaciones. 

No obstante, y aunque se puedan dar estos efectos secundarios, se pueden paliar con rapidez. Maite Herráiz tranquiliza explicando que “cuando la complicación es una hemorragia durante el procedimiento, esta se puede frenar colocando una especie de grapas que cierran el vaso que está sangrando”. 

En el caso de que la hemorragia se dé tras el procedimiento, puede suponer un leve sangrado fruto de la caída de la escara (similar a las postillas que se forman en la piel), que se frena solo. En caso de que no frene, el protocolo a seguir sería el mismo que durante la realización de la endoscopia. 

PROCEDIMIENTO POCO INVASIVO
La doctora es clara: “Hay procedimientos que quizás puedan ser realizados por vía endoscópica y evitar así una cirugía, aunque en algunos casos esta es necesaria. Ahora mismo hay herramientas endoscópicas que permiten al médico solucionar problemas y evitar procedimientos quirúrgicos”. 

La endoscopia tiene la ventaja de que es un procedimiento ambulatorio, mientras que la cirugía requiere ingreso.